En 1972, en pleno conflicto entre Republicanos y Unionistas, el número de víctimas superó con creces el del año anterior. Catorce tuvieron lugar el 30 de enero en Londonderry, que es considerado como uno de los eventos –el Bloody Sunday – claves en el conflicto, ya que empujó aún a más hombres y jóvenes a entrar en grupos paramilitares.
Poco antes, durante las últimas semanas de enero de 1972 el IRA mostraría gran actividad en Derry, con centenares de tiroteos contra las fuerzas de seguridad y el lanzamiento de algunas bombas de clavos. También controlaban en su totalidad algunas zonas de la Derry nacionalista y esto suponía un aumento del poder de la organización sobre la ciudad y una amenaza para los unionistas. El 27 de enero dos miembros de las fuerzas de seguridad serían asesinados en su coche por un ataque del IRA. Eran un joven católico y otro protestante.
Los acontecimientos del Bloody Sunday
Soldados del Regimiento de Paracaidistas y unidades del Primer Batallón abrieron fuego en una manifestación católica a favor de los derechos humanos y civiles que había sido declarada ilegal (todas las manifestaciones y desfiles habían sido prohibidos en el norte desde agosto de 1971). Buscando prevenir enfrentamientos entre unos y otros, las fuerzas de seguridad construirían barricadas en las calles de Derry para evitar que la marcha llegase a la zona comercial y barrios protestantes de la ciudad, así como para evitar posibles ataques del IRA contra el ejército. Anteriormente, en octubre y noviembre de 1971, ya se habían producido varios ataques del IRA contra las fuerzas de seguridad. Ian Curtis fue víctima de un francotirador, mientras que Angus Stephens y David Tilbury murieron en sus puestos de observación cuando les fueron lanzadas bombas por parte de los nacionalistas. Viendo los parapetos, la mayoría de los manifestantes se paró u optó por cambiar de rumbo. Los que se quedaron quietos delante de las barricadas empezaron a arrojar piedras y objetos diversos para intentar amedrentar al ejército. Éste respondió con el lanzamiento de gases lacrimógenos y usando cañones de agua además de, pasadas las cuatro de la tarde, empezar a arrestar manifestantes. Con este movimiento el ejército entraría en la zona católica de Bogside en Derry, con consecuencias desastrosas. Hubo trece muertes y trece heridos, uno de ellos de gravedad y que acabó siendo la decimocuarta víctima mortal. Todos ellos eran católicos.
El IRA, tanto el Provisional como el Oficial, negaron ser artífices del ataque hacia las fuerzas de seguridad. El ejército declaró que abrieron fuego después de diversos ataques a manos de hombres armados y bombas de clavos, aunque los vecinos y participantes informaron que no hubo ningún enfrentamiento previo. El ejército tampoco requisó ningún arma aquel día e investigaciones posteriores declararon que en el ejército no se produjeron muertos ni heridos durante el evento por parte de hombres armados o bombas de clavos. Martin McGuinness, que tenía 21 años y era un alto rango del IRA de Derry dijo que aquel día llegaron al acuerdo de no encararse con el ejército. “Todo el mundo sabía que no hubo disparos hacia el ejército británico y que no se lanzó ningún tipo de bomba”. Aun así, algunos testimonios dijeron haber oído un disparo, que venía de la zona de los manifestantes, antes de las 4 de la tarde. El sacerdote católico Edward Daly estaba presente en la manifestación; este día en Londonderry se vio por la televisión y en fotografías posteriores la imagen del sacerdote Daly ondeando un pañuelo blanco mientras intentaba salvarle la vida a un joven de diecisiete años que no pudo escapar de las balas del ejército. Más tarde declaró:
«Muchos de los jóvenes de Derry que eran más pacifistas acabaron involucrados en el movimiento, incluso llegando a entrar en el IRA, muchos buscaban una forma de venganza. Años más tarde, cuando visité a jóvenes en la prisión me confesaron que, si no hubiera sido por el Bloody Sunday, ya fuese porqué habían estado allí o porqué habían visto las imágenes, nunca se hubieran involucrado con el IRA.” Gerry Adams también comento que “Dinero, armas y gente inundaron el IRA (tras los sucesos)».
En 1998, el primer ministro Tony Blair anunció una investigación judicial de la masacre. No solo se cobró catorce vidas, pues provocó un recrudecimiento de la violencia, hubo un aumento de reclutamientos de las organizaciones paramilitares y quebró la relación entre Irlanda e Inglaterra.
En respuesta al ataque, los nacionalistas también convocaron días de duras protestas en el sur, que acabaron con la embajada inglesa en Dublín ardiendo. También se vivieron momentos de tensión en el parlamento y toda la isla del trébol estuvo unos días en estado de shock. Tal como escribió sir John Peck en sus memorias:
«Desencadenó una oleada de furia. El odio hacia los británicos era enorme. Alguien me dijo: Ahora todos somos el IRA. La posición de Jacky Lynch, presidente de Irlanda, se vio gravemente comprometida debido a la amenaza que suponía la furia del IRA. El peligro que ahora suponía para las instituciones democráticas era más serio».
La escalada de violencia
La violencia siguió semanas después cuando el IRA Oficial preparó un ataque de venganza contra los cuarteles del Regimiento de Paracaidistas en Aldershot. Su intento de asesinar a los soldados fue impreciso y se llevó la vida de un capellán católico, un jardinero y cinco mujeres, todos ellos miembros del servicio de los cuarteles. La indignación de los nacionalistas por este acto también se vio aumentada por la publicación de los hechos del Bloody Sunday. Lord Widgery, el más alto cargo de la justicia llegó a la conclusión de que la acción de los paracaidistas rozó la imprudencia. Comentó que “si el ejército se hubiera mantenido en su posición de forma discreta y no hubiera lanzado una operación para detener a hooligans el día hubiera pasado sin ningún incidente serio”. Las críticas y alegaciones declararon que esto era un encubrimiento por parte de las autoridades y no un intento honesto y serio de porqué catorce personas fueron asesinadas por el ejército.
El IRA no descansaría en sus actos de venganza y a principios de marzo una nueva bomba estalló en un popular pub de Belfast, el Abercorn, una tarde de domingo cuando estaba abarrotado de gente. Dos chicas fueron asesinadas y setenta personas fueron heridas. Hubo mínimo cinco personas que sufrieron mutilaciones y tres que perdieron un ojo. El Royal Victoria Hospital tuvo que utilizar por primera vez el plan de intervención en desastres. Un doctor veterano declaró que estaban tratando heridas que nunca antes habían visto; las víctimas estaban cubiertas de polvo negro y tierra debido a la explosión y decenas de ellas sufrían quemaduras.
Dos semanas después sucedió otro atentado aún más atroz que el anterior: siete personas perecieron por la explosión de un coche bomba con 200 lb de explosivos que el IRA dejó en Donegall Street, cerca del centro de Belfast, después de varios avisos telefónicos contradictorios. La explosión hirió a 150 personas, incluyendo a muchos que huían de la amenaza de otra bomba en una calle paralela. El Belfast Telegraph escribió que “la calle Donegall parecía un campo de batalla lleno de polvo y humo”. Cuando este se retiró, se pudo ver el horror y destrozo que había causado la explosión. El centro de Belfast se estaba tambaleando. Y con él, todo el territorio norirlandés.
Bibliografía
- English, R. (2003). Armed struggle. The History of the IRA. Pan. 148-152.
- McKittrick, D., & McVea, D. (2002). Making sense of the troubles: The story of the conflict in Northern Ireland. New Amsterdam Books. 88-96.
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